lunes, 12 de julio de 2010

Fotografiando abejarucos.

El Abejaruco europeo (merops apiaster), es una especie que nos visita en el mes de abril y que con los primeros retoños primaverales, regresan a la península después de pasar el invierno en sus cuarteles africanos.

Es entonces cuando nuestros campos se llenan con el color de sus vuelos y el sonido de sus cantos y cuando nosotros, los aficionados a la fotografía de naturaleza, después de semanas de preparación, podemos disfrutar plenamente de su belleza, e intentar fotografiar cada color de su plumaje, cada luz, cada brillo y cada movimiento.

Este año por fin ha sido la primera vez que me atrevía enserio con esta especie, ya que en otras ocasiones he fotografiado encuentros esporádicos en alambradas y alguna que otra foto lejana y sin ningún valor estético aunque si documental.
Con el avistamiento de los primeros ejemplares llegados del continente africano, comencé a marchas forzadas con la localización de la colonia. Sin tenerla previamente localizada, el problema era encontrar una con tiempo suficiente para poder hacer los preparativos antes de que las aves llegaran en su totalidad y empezaran con la construcción de las galerías.
Vueltas y vueltas por caminos interminables, prismáticos en mano, dieron su fruto y a los pocos días localicé una gran colonia de abejarucos. La ayuda de los lugareños, es muy válida como siempre en estas circunstancias.
El terreno no era el que me hubiera gustado ya que había poca vegetación, los posaderos que ellos usaban eran árboles altos y se trataba de una gran llanura donde no había sitio para camuflar el hide. Me hubiera gustado tener más vegetación primaveral para dar color a las fotos y hacer las composiciones tan bellas a las que se prestan estas aves, pero ni era la zona ni daba tiempo para hacer muchos preparativos.

Por el contrario tenía un monte al fondo de la explanada, con vegetación tupida de encina que me daría un fondo uniforme en las fotos si colocase los posaderos a la altura de la ventana del hide.

Un par de días recorriendo la extensa colonia decidí colocar tres posaderos y esperar suerte. A la semana siguiente regresaría para ver si a mis amigos les habían gustado sus nuevos posaderos.
El fin de semana siguiente comprobé que los posaderos habían sido perfectamente aceptados por los abejarucos ya que en el suelo había multitud de excrementos y egagrópilas.
De los tres que coloqué, uno de ellos, era el que mejor espina me daba ya que era el más “tomado” y justo debajo una pareja había empezado a construir la cámara de cría. Además era el único que me ofrecía la posibilidad de camuflar un poco el hide. Más tarde decidí que ese sería el posadero en el cual centraría las posteriores sesiones fotográficas.
Unos quince días observando la colonia me dieron la razón. El posadero había sido tomado por dos parejas que se peleaban continuamente por él y que construían sus cámaras de cría a unos dos metros en el suelo ya que esta zona de cría no disponía de taludes y el grueso de los túneles estan en el suelo.


Ese mismo fin de semana a las seis de la mañana estaba cargando el coche de trastos y me disponía a meterme unas horas en el hide a probar suerte por primera vez con mi recién estrenada colonia de abejarucos. Como siempre los nervios se hacían presentes y con las primeras luces del alba llegaba al sitio y me disponía a montar el escondite.
Una vez hechos los rituales previos de montaje y acomodo dentro de mi cubil configuré la cámara según las luces, traguito de agua, chicle (estoy dejando de fumar) y a esperar.
Una hora y aun no había escuchado ningún abejaruco cosa que me parecía rara por que ya estaba bien entrada la mañana, pero a las ocho empezaron a llegar de sus dormideros y a la media hora la colonia ya mostraba todo su esplendor. Solo quedaba que mis dos parejas hicieran acto de presencia y tomaran mi posadero.
Al poco tiempo llegaron y empezó el espectáculo. El sol aun bajo rociaba de luz sus coloridos costados y sacaba todo el jugo a la espectacularidad de sus plumajes.
El posadero a unos tres metros del hide me permitía ver con todo lujo de detalles a estas maravillosas aves y jugar con encuadres y posturas durante unas cuatro horas que se pasaron volando.

A las doce de la mañana y aprovechando que los abejarucos se había asustado con un coche, salí del hide, recogí todo rápido y me marché para molestar lo mínimo posible. De vuelta a casa la satisfacción de haber podido observar a estas preciosas aves, sus costumbres y demás, me invadía por completo y estaba ansioso por llegar y descargar las fotos para ver los resultados.
Aquí os muestro algunas de las instantáneas que pude sacar en esa primera sesión y que por lo diferente de las posturas y las luces, son las que más me llaman la atención y las que más me gustan.





Satisfecho por la estupenda mañana pasé la semana esperando otra oportunidad que llegaría pasados unos quince días. Las copulas habían llegado a su fin y las cámaras de cría estaban prácticamente construidas por lo que me centraría en las disputas territoriales y con suerte pillaría una regurgitación de egagrópila.
Con las mismas que la vez anterior me metí en el hide y esperé. No me defraudaron y cumplieron a la cita. A los pocos minutos dos abejarucos peleaban por el lado más alto del posadero y hacían las delicias de mis ojos y de mi cámara que echaba humo intentando captar cada movimiento, cada gesto, cada luz y cada color.
Algunas presas interesantes se unian a la fiesta y el posadero era un ir y venir. No hubo suerte con las cebas pero no se puede pedir todo.



Un golpe de suerte me permitió captar el momento justo en el que una egagrópila salía de la boca de uno de mis amigos. Os muestro aquí parte de la secuencia captada en una rafaga de fotos.

Con la sensación del trabajo bien hecho, volvía a casa y saboreé las fotos con el canto de mis amigos aun metido en la cabeza

No se si este año volveré a la colonia pero el año que viene estaremos de nuevo al pie del cañón, con nuevas ideas, para intentar captar nuevas imágenes de estas hermosas aves que tanto juego nos dan en estas fechas.

Saludos y espero que os guste.

Todas las imagenes son propiedad del autor del blog. Prohibido su copia sin permiso explicito.

10 comentarios:

  1. Ya veo Daniel que ya no haces fotografía de naturaleza sino postales... No me atrevería a decirte cuál me gusta más. Enhorabuena y saludos.

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  2. Soberbia entrada tío!!! Unas fotos muy buenas de Abejaruco

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  3. Preciosas fotos y bonito relato, realmente entran ganas de acompañarte, enhorabuena y que sgas pasandotelo tan bien.
    Saludos.
    Ernesto
    www.viajandoenbici.net

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  4. Me ha gustado mucho tu reportaje. Las fotos son de muy buena calidad y la captura de los diferentes momentos de la rutina diaria de estas aves es todo un acierto.

    Gracias por mostrarnoslas en todo su esplendor

    Saludos

    Lourdes

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  5. Felicidades Daniel !
    Un excelente reportaje con imágenes muy bellas de esta peculiar especie.
    Te tomó un buen trabajo su localización,y la observación de sus costumbres.
    Ello muestra tu afición,tus dotes como observador y buen estratega,para disponer los posaderos con acertado criterio.
    Has tenido un justo premio a tu labor,que nos muestras para nuestro deleite.Mi enhorabuena y mi admiración por los contenidos de esta interesante página que nos entretiene y nos abre los ojos ante la sabia naturaleza,que tú,tan bien nos haces conocer.
    Un fuerte abrazo y esperando tus nuevos relatos.
    Ramon Faura.

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  6. Daniel, son todas una maravilla al igual que tú blog.Seguire visitandolo.
    Un saludo

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  7. Estupendo reportaje sobre una de mis aves preferidas. Este año no he tenido oportunidad de dedicarles tiempo. Ha estado bastante rara la cosa. Me gusta mucho tu blog
    Saludos

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  8. Genial el reportaje!!

    enhorabuena!

    Intentaré seguir tus consejos, y hacer alguna foto a estos bichos! ;-)

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